
A principios de la década de 2000, Karrine Steffans era uno de los rostros más reconocibles música hip hop videos, apareciendo en “Hey Papi” de Jay-Z, “Danger” de Mystikal y “Between Me and You” de Ja Rule. Para algunos, Steffans parecía estar viviendo su mejor vida, dando vueltas en círculos con algunos de los atletas y artistas más populares del momento.
Pero debajo de todo eso, ella cargaba con el peso de años de abuso mental, físico y sexual mientras intentaba criar a su hijo, Naim, como una joven madre soltera.
Steffans contó su historia en “Confesiones de una zorra de vídeo” sus memorias de 2005, que narraban su viaje como mujer joven desde un hogar problemático en St. Thomas, Islas Vírgenes de los Estados Unidos, hasta alguien que festejaba con celebridades de primera línea de todo el mundo y era conocida por el apodo de “Superhead”.
En su momento, el libro de Stefans fue impactante. Le dio a los lectores detalles íntimos sobre sus relaciones sexuales con personajes como Ice-T, Ja Rule, Ray J y sí... Diddy. Pero 20 años después, en una era posterior al movimiento #MeToo, cuando las sobrevivientes cuentan sus historias y buscan justicia por el abuso que sufrieron a manos de magnates del entretenimiento más grandes que la vida, el impacto es diferente.
Esta semana, Steffans publicó una edición del 20.° aniversario de sus exitosas memorias con un nuevo prólogo que reflexiona sobre lo que sobrevivió y cómo se curó. Steffans no se considera una víctima, sino una persona que tomó decisiones conscientes “informadas por el trauma de la infancia”.

“Te esperan recuerdos de abuso y mala gestión de una niña destinada al fracaso, que tropezó y cayó más veces de las que puede contar antes de convertirse en una mujer decidida a ganar”, escribe.
Antes del lanzamiento del libro, Steffans le dijo a La raíz Ella no creyó que las noticias sobre los problemas legales de Diddy hicieran que su libro fuera más importante, y agregó que se pregunta por qué este día de ajuste de cuentas tardó tanto.
“A esta sociedad retorcida le tomó veinte años cuestionar por qué exalta a los hombres que mienten y ataca a las mujeres que dicen la verdad”, dijo. “He escuchado a la gente decir que me adelanté a mi tiempo, pero no fue así; todos ustedes llegaron tarde a la revolución, y la reacción tardía del público a titulares recientes pero repetitivos que son tan viejos como el tiempo solo subraya ese hecho”.
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